sábado, 7 de abril de 2012

LA CAGADA DE PALOMA



Hay días en los que uno no debería salir a la calle sin gorro, o al menos no entrar en casa sin una dosis razonable de alcohol en sangre. Imagina la mancha de Gorbachov, de "Gorby". Imagina que no fuera un tipo importante. Lo que digo, una maldita cagada de paloma.


LA CAGADA DE PALOMA

 Se le ha olvidado el gorro en casa.
A nuestro protagonista le nace del cuero cabelludo en mitad de la calva una mancha como de cagada de paloma.
La gente lo mira por la calle, pero él parece no enterarse.
Conserva su periódico, su noticia, el día del despido. Lo lleva bajo el brazo. Está como perdido en el mismo camino hacia su casa. Es el tipo que bajó del barco con una maleta de cartón admirando la ciudad de las estrellas. Cuando se para con la moneda de última voluntad a tomar una cerveza, se queda dormido sobre la barra, con los ojos abiertos. Ni siquiera se percata de que el camarero que le sirve la cerveza le mira directo a la calva, justo donde tiene la mancha que parece una cagada de paloma.
 Una sucesión de seres pasan a través de la cristalera de la cervecería. Día de sol, chaquetas al hombro de aquellos que conservan el trabajo, mujeres bonitas listas para disfrutar por aquellos que conservan el trabajo, jóvenes que juegan y se pelean, cuyos padres conservan el trabajo.
 Del taburete le sube el calor de la ciudad entera, se le mete por el ojo del culo, todo el calor que sale del metro de la gran ciudad, y le revuelve los intestinos. Pero su estómago está solo lleno de una sopa de cerveza y espuma, azuzada por la bilis.
Se desanuda la corbata y la guarda en un bolsillo del pantalón. Ahora que es un don nadie, se siente disfrazado con el traje de oficina. Lleva un chapita con su nombre y el puesto que ocupaba en la empresa, colgada de la camisa; también se quita la chapa y la guarda en el bolsillo.
-Oye- le comenta un borrachín que pasa detrás de él-, te ha cagado una paloma en la calva. ¡Oye Sonny, pásale la bayeta por la cabeza!- le grita al camarero, mientras se mea de risa.
Cuando el borrachín ya se ha ido, nuestro protagonista refunfuña para sus adentros resignado:
-Maldito idiota, es una mancha de nacimiento.

Relatos hiperbreves del más allá, Manolo Yagüe.

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