lunes, 30 de enero de 2012

El ciego y la pistola (realismo sucio)


El ciego, de por lo menos ochenta años,
saca una pistola y se pone a disparar.
Mata a dos, hiere a unos cuantos,
rompe lámparas, cristales,
mesas y sillas, y da a la máquina de discos.
Se queda sin balas, pero un disco se pone a sonar.
Elvis, con un acento desconocido.
Quizá sea que no murió.
El ciego tantea la mesa, deja la pistola a un lado,
y sigue comiendo su hamburguesa.
Cuando llega la policía, lo tratan con dulzura,
es inevitable, pues tiene temblor en las piernas.
No se nos ha ocurrido lincharlo.
Seguramente porque todos somos desconocidos.
Los muertos serán de otro estado,
 o de otro país, y así son las cosas.
Pagamos nuestro almuerzo y nuestra gasolina.
Nadie habla del asunto hasta que cruzamos la frontera.
Ensayo una broma, para rebajar el cansancio,
no deberían vender armas a los ciegos,
no es sensato vender armas a los invidentes.

      Manuel Yagüe

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